Exhibitions
C. J. Chueca – “La Huida”
Reception: August 23rd, 2024
_VIGILGONZALES Buenos Aires - Presidente Porque Saenz Peña 628 - P4. Buenos Aires
La Huida
Texto por Florencia Portocarrero
La Huida es la tercera exposición de la artista peruana radicada en Nueva York, C.J. Chueca, en Vigil Gonzales, y su primera muestra individual en la sede de la galería en Buenos Aires. La muestra ahonda en la constelación de afectos ambivalentes –esa mezcla de melancolía y excitación– que acompaña la decisión de abandonar el lugar de origen para forjarse un futuro distinto en un lugar distante. El viaje y el desarraigo son temas que atraviesan la vida de C.J. Chueca y que aparecen de forma recurrente en su obra. Sin embargo, en La Huida, como en otros proyectos recientes, la artista tiende puentes entre su experiencia vital y la de las miles de mujeres latinoamericanas que se ven obligadas a migrar.
La instalación inmersiva Viaje Interior (2024) se presenta en la primera sala de la galería y marca un tono profundo que alude a las dudas que preceden a la decisión de partir. La pieza colapsa el presente y el pasado de C.J. Chueca, rememorando tanto su afición por el nado, que la artista entiende como una práctica meditativa, como sus orígenes familiares en la ciudad andina de Jauja. En la sala, pintada de un azul intenso y a la vez frío, se presentan sólo dos elementos: una guarda muy delgada de azulejos que recorre todo el perímetro del espacio, marcando la altura mínima a la que a la artista le es posible respirar fuera del agua, y una serie de canciones en loop interpretadas por Feli Ordoñez, cantante folklórica y prima de la artista. Las letras y ritmos de "Falacia," "Mi Retorno," y "Adiós Pueblo de Ayacucho", cantadas por Ordoñez, son una fusión de huaynos y mulizas que giran en torno al anhelo por la tierra natal. Curiosamente, la muliza tiene su origen en el comercio minero que durante la colonia conectaba los Andes peruanos con los puertos argentinos.
La segunda sala nos introduce en una atmósfera casi opuesta. De las paredes blancas cuelgan solo tres pinturas que representan paisajes minimalistas, donde predomina un horizonte amplio trazado con diferentes tonalidades de rojos, naranjas y amarillos. El Sol (2024) y El vasto universo (2024) son dos versiones de una misma representación: un camino sinuoso en medio de un terreno ondulado –que podría ser una carretera rural o incluso una pista de aterrizaje– flanqueado por dos puntos de luz brillantes, que añaden un toque de misterio al paisaje. Por otro lado, Sumergimos nuestras sombras y seguimos caminando (2024) presenta una montaña que se refleja simétricamente en un gran cuerpo de agua. Las tres pinturas son referencias a espacios de tránsito, “no lugares”, que transmiten una sensación de calor y soledad. Complementan el diálogo en la sala dos piezas de cerámica Botas de lluvia (2024) y Huellas (2024), que hechas a mano y pintadas de un naranja brillante por la artista, funcionan como vestigios de los procesos de desplazamiento humano.
En La Huida C.J. Chueca nos invita a repensar el correlato afectivo de la estigmatizada experiencia migratoria. Su uso minimalista de los elementos y su manejo emocional del color nos confrontan con la ambivalencia inherente al acto de partir: la nostalgia por lo que se deja atrás y la incertidumbre ante lo que está por venir. Sin embargo, lejos de ofrecernos una narrativa cerrada o victimista, La Huida se despliega como un horizonte que simboliza la posibilidad, la apertura a lo desconocido y la fuerza del deseo por lo nuevo.
La Huida
Text by Florencia Portocarrero
La Huida is New York-based Peruvian artist C.J. Chueca's third exhibition at Vigil Gonzales, and her first solo show at the gallery's Buenos Aires headquarters. The exhibition delves into the constellation of ambivalent affections -that mixture of melancholy and excitement- that accompanies the decision to leave one's place of origin to forge a different future in a distant place. Travel and uprooting are themes that run through C.J. Chueca's life and appear recurrently in his work. However, in La Huida, as in other recent projects, the artist builds bridges between her life experience and that of the thousands of Latin American women who are forced to migrate.
The immersive installation Viaje Interior (2024) is presented in the first room of the gallery and sets a deep tone that alludes to the doubts that precede the decision to leave. The piece collapses C.J. Chueca's present and past, recalling both her fondness for swimming, which the artist understands as a meditative practice, and her family origins in the Andean town of Jauja. In the room, painted in an intense yet cold blue, there are only two elements: a very thin tile guard that runs around the perimeter of the space, marking the minimum height at which the artist can breathe out of the water, and a series of looped songs performed by Feli Ordoñez, a folk singer and cousin of the artist. The lyrics and rhythms of “Falacia,” “Mi Retorno,” and “Adiós Pueblo de Ayacucho,” sung by Ordoñez, are a fusion of “huaynos” and “mulizas” that revolve around the longing for the homeland. Curiously, the “muliza” has its origins in the mining trade that connected the Peruvian Andes with the Argentinean ports during colonial times.
The second room introduces us to an almost opposite atmosphere. On the white walls hang only three paintings depicting minimalist landscapes, dominated by a broad horizon traced with different shades of reds, oranges and yellows. El Sol (2024) and El vasto universo (2024) are two versions of the same representation: a winding road in the middle of an undulating terrain - which could be a rural road or even an airstrip - flanked by two bright points of light, which add a touch of mystery to the landscape. On the other hand, Sumergimos nuestras sombras y seguimos caminando (2024) presents a mountain reflected symmetrically in a large body of water. All three paintings are references to transit spaces, “non-places,” that convey a sense of warmth and solitude. Complementing the dialogue in the room are two ceramic pieces Botas de lluvia (2024) and Huellas (2024), which, handmade and painted bright orange by the artist, function as vestiges of the processes of human displacement.
In La Huida C.J. Chueca invites us to rethink the affective correlate of the stigmatized migratory experience. His minimalist use of elements and his emotional handling of color confront us with the ambivalence inherent to the act of leaving: the nostalgia for what is left behind and the uncertainty of what is to come. However, far from offering us a closed or victimizing narrative, La Huida unfolds as a horizon that symbolizes possibility, openness to the unknown and the strength of desire for the new.
Artist:
C. J. Chueca